Nada me place más que observar con detenimientos los pechos femeninos. Sin pudor, sin verguenza, gozar de su visión con detalle. Escrutar entre la ropa, imaginar sus formas, pensar en sus pezones y en sus areolas. Asomarme a los escotes, atravesar los sujetadores.
Duros, blandos, caídos, enhiestos, rectos, curvos...