Aunque recibió una educación acorde con su condición de condesa ningún pedagogo ni ninguna institutriz le dijo nada al respecto; lo descubrió, casi por casualidad, siendo muy niña e

La joven condesa fue desposada a los dieciséis años con un oficial de caballería del Emperador veintitrés años mayor que ella. La noche de nupcias tendida con un camisón de hilo sobre la cama y la abundante cabellera negra sin recoger esperaba ansiosa e ilusionada la entrada de su marido. El capitán de dragones trastabilló al quitarse su uniforme de gala, hipó, y se tumbó sobre ella. Desprendía un fuerte olor a vino y a humo de tabaco. La frotó con las manos, la rascó con su bigote al intentar besarla, empujó, y se convulsionó. A ella le gustó el dolor que sintió, las torpes acometidas y el líquido que la inundó, pero eso era poco y breve. Con los primeros ronquidos de su esposo corrió al baño, cogió la vela y se la introdujo entera. Esta vez en su vagina. Durante las tres próximas noches esperó impaciente a su marido pero no vino y desde entonces dejó de esperarlo.
Buenos días,
ResponderEliminarhoy me he despertado especialmente sexual y mientras preparaba mi café y abría mi correo he recordado este cofre que siempre tiene alguna maravillosa, sensual y sexual sorpresa dentro.
Con ganas, muchas ganas, de la segunda parte, pero esta primera me ha servido para sonreir y seguir trabajando, eso sí, con algo más de satisfacción.
Así que gracias, muchas gracias
Un saludo